No sé qué me sucede. Sabes, te extraño. Te extraño de una manera peculiar... algo
específico. Extraño tus ojos. Es decir, te extraño a ti, a ti completa, pero la
imagen que me llena es la de tus ojos.
Últimamente estoy muy solo, quiero decir: me siento solo. No
puedo quejarme. Quiero decir: no tengo derecho a quejarme. La vida ha sido
buena, hago lo que amo, todos los días hay retos nuevos; todo el tiempo estoy
en busca de la siguiente gran aventura, del nuevo gran aprendizaje. Sin embargo
me siento solo. Ante esta soledad, de repente me encuentro vagando hacia
algunos recuerdos. Recuerdos de ti.
Me pongo a ver fotos viejas, fotos contigo, miro tus ojos.
Te recuerdo. Te veo y recuerdo estar contigo. Te veo y recuerdo estar bien,
pasarla bien, muy bien. Te veo y deseo poder estar así otra vez. Es algo que no
tengo, es algo que deseo con toda mi alma y me pregunto si volveré a sentir
algo así con alguien más.
Te veo en fotos, en ratos de ocio, en medio de una escuela
enorme que al recordarla me parece que la teníamos completa para nosotros dos.
Recuerdo seguirte de arriba abajo, por las escaleras, recorrer los campos,
tomar fotos a los gatos, los céspedes, las máquinas, los enormes patios.
En las fotos te ves hermosa. Nunca te lo dije, me parecías
hermosa. Me lo sigues pareciendo, conforme más te recuerdo, más bella eres en mi
memoria.
En ese entonces te escribí un poema, nunca te lo dije. Le puse
de nombre "Polly". Hablaba de ti.
Quizá algún día pueda leértelo.
Quizá en cinco años más, me atreva a leértelo.
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