Cuando llegues
habrá sido ya muy tarde
para entonces
ya te habré estado esperando.
Hace cuanto
que no dejo de mirarte
y me desvelo
adivinando tus caminos.
Sin embargo,
no presumo conocerte.
Te he mirado
pero no puedo medirte.
Hoy me intrigas
y me perturbarás siempre.
No te temo.
No me atrevo a temerte.
Y presagio:
cuando al fin llegue a tenerte,
no te salvas;
que mientras me estés llevando
te maldiga
y resienta tu tardanza.
Ha pasado
mucho tiempo de anhelarte.
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